Buenas noches. Agradezco de todo corazón a Daniela Ronconi y al jurado del IV Premio Internacional Demetrio Stratos el que este año hayan pensado en mi obra como merecedora del mismo.
Sin caer en falsa modestia les diré que esto mío no tiene gran mérito, por que a decir verdad yo no puedo hacer otra cosa diferente de la que hago, que es ser lo que soy, pero si esto que parece lo más normal del mundo lo hiciéramos todos, no darían ustedes abasto concediendo premios. Sucede que en nuestra sociedad al haberse convertido lo normal en excepcional, ello nos hace especiales a unos cuantos precisamente por ser normales, por ser lo que somos. Entonces me pregunto: si me dan un premio por ser lo que soy, ¿qué es lo que es una?. Pues resulta que a veces una es lo que ni petendió ser ni sospechaba que era.
Fue nuestro querido Daniel Charles, gran filósofo y musicólogo quien por primera vez me hizo escuchar en 1978 un LP de Demetrio, cuando yo ni siquiera podía imaginar que un día iba a convertirme en cantante. Yo no sabía apenas nada de canto y de música y reinventé mi voz a medida que la iba descubriendo, sin parar mientes en canon de belleza alguno del canto.
Cuando intuí la enjundia y trascendencia de aquellas rarezas vocales, dejé la Universidad en la que trabajaba, busqué a solas entre luces y sombras, entusiasmos, desesperes, juegos y reveses, diseccioné, escuché, viajé, trabajé, catalogué, clasifiqué, ordené, desordené, compuse y descompuse..., y comprendí que se requiere un esfuerzo titánico para hallar el no esfuerzo, y que se precisa mucha disciplina, trabajo, regla y norma para poder olvidarse de ellos y fundamentalmente para olvidarse de uno mismo, que es lo que más trabas pone.
Empecé a comprender entonces que en el proceso de creación, lo más importante no es tanto lo que se sabe, como lo que no se sabe y que la obra de arte, ni se crea ni se elige sino que se descubre y se revela en la oscuridad interior de cada uno. "No te hubiera buscado de no haberte encontrado" escribió San Agustín. Es apasionante comprobar cómo funciona la memoria cuando uno se arriesga a aceptar ser uno mismo.
El simple azar de un encuentro con un gran músico español, Llorenç Barber, quien me invitó a improvisar en un grupo formado por NO músicos, me puso en situación de alumbrar a una Fátima, una FátiMATRUSKA cuya existencia desconocía.
Desde la antigüedad clásica, Carlos Linneo, Leibniz, Darwin o Newton, se hicieron eco del aforismo latino "natura non facit saltus" que postula que la naturaleza no procede por pasos repentinos, sino por pasos sucesivos y graduales. Algunos genes proclives al arte y a la música debía haber en mi, pero me pregunto si esa voz, esas voces, habrían brotado algún día del modo en que lo hicieron si Demetrio no hubiera abierto la puerta y sembrado el terreno de esas voces otras, ese canto otro, un canto que finalmente pertenece al ser humano y que el tuvo el coraje de desenterrar.
"Cada objeto bien contemplado crea en nosotros un nuevo órgano de percepción", escribió Goethe. Así es, todos poseemos los rudimentos de cada órgano, pero sólo a partir de una práctica y repetición constantes y conscientes, podremos desarrollarlos, para discernir y para percibir: lo visible en lo que no veíamos, y lo audible en lo que no oíamos.
Demetrio, como escribió Daniel Charles, "pulverizó" la monodia al hacernos escuchar varias voces dentro de una voz, dando lugar a un arte y una expresión vocal nuevos, una vez olvidada y liberada la técnica y trascendidas las fuente heredadas de oriente y de otras tradiciones vocales de transmisión oral.
Es para mi un honor que hayan tenido a bien identificarme con el linaje poético vocal de Demetrio Stratos. El halló en la voz y en su búsqueda una vía de libertad, logrando una expresión personal, la suya, jamás mediatizada por modas y leyes externas. Esa actitud insumisa suya fue MAESTRA para mi.
Picasso cambió el modo de mirar, Cage indujo a una nueva escucha y Stratos abrió al canto, a la poesía sonora y al lenguaje, unas puertas clave (anunciadas de algún modo por Roy Hart y por Cathy Berberian). Stratos, exento de toda regla musical, vocal o dramatúrgica, dio un paso cualitativo y cuantitativo trascendental al intentar recuperar aquellas raíces sonoras de las que, a lo largo de la historia se nos había despojado, contribuyendo a recobrar la función presintáctica del lenguaje. Lo mas importante de Stratos no fueron su voz ni sus logros vocales. Un alarde exhibicionista de prodigiosas filigranas vocales como las de Yma Sumac, pueden ser pura y gratuita anécdota y varieté, que a fin de cuentas se esfuma con el paso del tiempo o quedan enlatadas en un registro sonoro-fetiche. Las acrobacias vocales de Demetrio fueron lo de menos. Demetrio con una cierta conciencia de misión recuperó para occidente y para el arte nuevo, una antigua dimensión de la oralidad perdida en el proceso filogenético, un "nuevo-viejo" modo de comunicar y decir sin narrar, sin transmitirnos mas mensaje que aquel que corresponda a cada oyente, y eso fue lo que realmente supuso una aportación capital al abrir un horizonte nuevo al arte de la voz, al arte contemporáneo y por tanto al proceso de evolución de la especie humana. No lo olvidemos: la experimentación y la técnica como un fin en sí mismas, carecen de valor alguno y no interesan si se olvida el valor transformador del arte.
La cantidad de cultura, valiosa o no, que hay que destilar para obtener un mínimo de civilización o avance en el progreso de la humanidad, es ingente. Demetrio, mas que a la cultura, contribuyó a la civilización. Celebremos pues su personalidad para que cante en nosotros. Por mi parte me conformaría con heredar de él mas que un premio o una voz, lo que el logró, estar a la altura de mi destino para poder aportar como él lo hizo, un pedacito de eternidad.
Fátima Miranda
Noviembre 2009
Buona sera, Ringrazio di tutto cuore Daniela Ronconi e tutti i componenti della giuria del IV PREMIO INTERNAZIONALE DEMETRIO STRATOS che quest'anno hanno ritenuto il mio lavoro meritevole di questo riconoscimento.
Senza peccare di falsa modestia, direi che questo mio lavoro non ha grande merito, perché a dir la verità non potrei fare nulla di diverso da ciò che faccio, cioè essere quella che sono, però se quella che sembra la cosa più normale del mondo la facessimo tutti, questo non vi darebbe molta soddisfazione nel concedere o assegnare premi. Succede nella nostra società che l'aver convertito il normale in eccezionale, rende alcuni di noi speciali pur essendo normali ed essere quello che siamo; mi domando allora: se mi danno un premio per essere quella che sono, chissà chi sono Io?!? Può risultare a volte che una persona è ciò che non ha mai preteso di essere né sospettava ciò che realmente era.
Fu il nostro carissimo Daniel Charles,gran filosofo e musicologo che per la prima volta mi ha fatto ascoltare nel 1978 un disco di Demetrio, quando neanche potevo immaginare che un giorno sarei diventata una cantante. Non sapevo quasi niente di canto e di musica e ho reinventato la mia voce mentre la stavo riscoprendo, senza tenere conto di nessun canone estetico canoro.
Quando intuìi l'importanza e la trascendenza di quelle rarità vocali, lasciai l'università dove lavoravo, cercai da sola ,tra luci e ombre, entusiasmi ,disperazioni, giochi e rifiuti, dissezionai, ascoltai, viaggia, lavorai, catalogai, classificai, ordinai, disordinai, composi e scomposi, e compresi che é richiesto uno sforzo titanico per raggiungere il punto di minimo sforzo e che é necessaria molta disciplina,lavoro, regole e norme per potersi dimenticare di quelle stesse, e fondamentalmente per dimenticare se stessi, che è poi quello che richiede il maggior impegno.
Cominciai a capire, nel frattempo, che nel processo di creazione, la cosa più importante non é tanto quello che sai, come quello che non sai, ma che l'opera d'arte non si crea nè si sceglie sino a quando non si scopre e si manifesta nell'oscurità interiore di ognuno. «Non ti avrei cercato se non ti avessi incontrato» scrisse Sant'Agostino. È appassionante scoprire come funziona la memoria quando uno rischia di accettarsi per quello che è.
Il semplice caso di un incontro con il noto musicista spagnolo Llorenc Barber, che mi invitò a improvvisare in un gruppo formato da non musicisti, mi pose in condizione di scoprire una Fàtima, una «FátiMATRUSKA» della cui esistenza non sapevo nulla.
Dall'antichità classica, Linneo, Leibniz, Darwin o Newton, si fecero eco dell'aforisma latino «natura non facit saltus» che postula quindi che la natura non procede a passi repentini, veloci, ma per passi successivi e graduali. Dovrei avere in me alcuni geni ben disposti all'arte e alla musica, però mi domando se questa voce, queste voci, avrebbero mai fatto quello che hanno fatto, se Demetrio non avesse aperto la porta e seminato il terreno di queste voci altre, questo «altro cantare» un canto che finalmente appartiene all'essere umano e che Demetrio trovò il coraggio di dissotterrare. Goethe ha scritto: «Ogni oggetto ben contemplato crea in noi stessi un nuovo "organo di percezione"». Ed è così. Tutti possediamo i rudimenti di ogni organo, però solo a partire da una pratica e una ripetizione costanti e coscienti, possiamo svilupparli, per discernere e percepire: il visibile in quello che non vedevamo, e l'udibile in quello che non sentivamo.
Come scrisse Daniel Charles, Demetrio polverizzò la monodìa vocale, nel farci ascoltare varie voci dentro una sola voce, dando origine a una nuova forma artistica di espressione vocale, una volta scoperta e liberata la tecnica e trasmesse le fonti ereditate dall'Oriente e dalle altre tradizioni vocali di trasmissione orale.
È per me un onore che abbiate ritenuto identificarmi con il linguaggio poetico e vocale di Demetrio Stratos. Lui trovò nella voce e nella sua investigazione una via di libertà raggiungendo un'espressività personale, sua propria, mai mediata da mode o altre regole esterne. Questa sua immensa attitudine fu Maestra per me.
Picasso cambiò il modo di guardare, John Cage indusse un nuovo modo di ascoltare e Stratos aprì un passaggio–chiave al canto, alla poesia sonora e al linguaggio (annunciate in un qualche modo da Roy Hart e da Cathy Berberian). Esente da tutte le regole musicali, vocali o drammaturgiche, Stratos diede una comunicazione qualitativa e quantitativa trascendentale nell'intento di recuperare quelle radici sonore che a lungo andare nella storia avevamo perso, contribuendo a recuperare la funzione presintattica del linguaggio. La cosa più importante di Stratos, non furono né le sue voci né le sue performances vocali. Un ostentato esibizionista di prodigiose filigrane vocali, come quelle di Yma Sumac, possono essere solo puri e semplici aneddoti e spettacoli di varietà, che infine si dissolvono col passare del tempo e vengono inscatolate in un registro sonoro-feticista. Le acrobazie vocali di Demetrio furono il meno. Demetrio con la sicura consapevolezza di compiere una missione recuperò per l'Occidente e per la nuova arte, un'antica dimensione dell'oralità perduta nel processo filogenetico, un «nuovo–vecchio» modo di comunicare e dire senza raccontare, senza trasmetterci più messaggi, di quello che corrisponde a ciascun oggetto, e questo fu ciò che realmente apportò un contributo fondamentale nell'aprire un orizzonte nuovo nell'arte della voce, nell'Arte contemporanea e pertanto al processo di evoluzione della specie umana. Non dimentichiamolo: la sperimentazione e la tecnica come fine a se stessa, mancano di qualsiasi valore e non interessano a nessuno se si dimentica il valore trasformativo dell'Arte.
La quantità di cultura, valida o meno, che dobbiamo distillare per ottenere un minimo di civilizzazione o avanzamento nel progresso dell'umanità è ingente. Demetrio, più che alla cultura, contribuì alla civilizzazione. Dunque celebriamo la sua personalità affinché "canti" dentro di noi. Da parte mia mi accontenterei di ereditare, più che un premio o una voce, quello che egli raggiunse, essere all'altezza del mio destino per poter apportare, come lui fece, un frammento di eternità.
Fátima Miranda
Novembre 2009